Raro meditar en la habitación

Placido y frío entre las persianas abrumadoras que adornan mis días, las caricias de los muros que desembocan en lagrimas donde ya no caen por inercia ni por ley de gravitación universal. El clima que respira diferente cuando nadie cree pero la nada escucha, y no es que cese mi lucha pero ya camino lento para sentir la brisa seguirme, para mirar los atardeceres, para desplazarme entre las olas dejándome llevar. No necesito despertarme para ver el cielo ni el sol, no necesito deber caminar para pisar la orilla del mar, por que cada día que respiro fortalece el sentir y si las lágrimas pesan más pesa el querer. Mi cuerpo se desenvuelve en mil hábitos de paciencia, energía y nobleza, por que el ser que se determina puede entender que siempre hay mas allá, con la humildad que los cesantes y viejos tesoros anhelan, y si hoy se me agotaron las fuerzas al escribir  me quedo tranquilo por que aun no empiezo realmente a concebir lo que mis ideas y sueños pueden.