Tengo un pedazo de arte recubriéndome, no es nada anormal no alegra mis melancolías; arte sirviente dueño de lo inconveniente, prejuicios constantes puesto que no soy aberrante, las sombras vacías refugios de fieles que suspiran sin verte; los días que pasan siguen su plan, no es nada anormal estoy cubierto por el arte sirviente; me daño, me mato, comprimo mis actos, soy dueño al azar, la vista se nubla y es que hoy ya no siento que vuelvo a brillar. Las vivas sonrisas que el cielo me otorga atosigan la fantasía que mi alma susurra y que al mirarme en espejos sombríos, solo me queda aceptar que ese pedazo de arte es un milagro colmado de bellezas, bellezas que no quiero dar por sentado, puesto que la felicidad como tal me hace aferrarme a la realidad, y quien puede atormentarse en alegrías cuando en lo efímero del corazón hay otra creencia que imparte a mi cuerpo sensaciones que amo que pido a llantos de gloria, efímero como el tiempo en que me encuentro lleno de inspiración para escribir cada estrofa y dejar al andar cada palabra como si el relator de la obra no tuviera el pasaje a la gloria, quiero si dar por sentado que me encanta la tristeza como el sentimiento más grande que me llena de alegría y que no la alegría como común denominador que se vuelve intangible y vacía mientras el que lleva el reloj puede sujetar su cronometro.
“Mirar al cielo y gritar no es tan malo como creer que la felicidad es un componente que todos debemos aceptar, es de cada quien interpretar al mundo en su majestuosa y brillante esencia, mas no todos podemos ver el cielo con paciencia puesto que nadie controla al mundo, uno tan solo puede elegir como vivir y si el destejió de lo impertinente me da la razón solo quiere ser feliz en mi infelicidad”
POR QUE LA FELICIDAD SUPRIME MIS REALES SENTIMIENTOS Y NO SANA MIS HERIDAS
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