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Decisión tomada no tiene vuelta atrás para quien lleno de vanidad está, quien agacha la cabeza y acepta sus errores no posee vanidad sino humildad para consigo mismo y los demás.
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Quien defiende sus ideales ante adversidades, tropiezos, trabas y barreras que se anteponen sabe bien lo que quiere, mas eso no garantiza que tenga un futro comprobado si eso que defiende no lo pone en marcha.
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Como puede el hombre anteponer a sus sentidos el derecho sobre sí y disponerse a tomar decisiones que sabe que no están tomadas por el corazón sino por la cabeza, que es la que comúnmente erra en egoísmo, orgullo y resentimiento; pese a quien debería ejecutar eso es el corazón.
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Como el ser humano que se jacta de su felicidad de hogar entre griteríos y sucesos irrespetuosos que no evidencian de lo que tanto se jactan. Quien se jacta a viva voz de lo que posee, no posee ni la voz para vivir.
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